viernes, 11 de septiembre de 2015

SONORA1-EL GOYITO



Ay! que le llaman “goyo” al bichejo este, de ahora en adelante “El goyito”
Cacomixtle

Bassariscus sumichrasti geo.jpg

El Cacomixtle Retador

https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEikfRels9zPXPpKdIuzjIbvFVjNgi9wRXNYaZ_eKqdcuUMXAqQzdY4GShoybyuN9aGh3xOCeT8wgzVQ2Cx-FJhqG5NqoqzKhY8psy0sK5KsPmxROwwUQqMVtggHiKXv4-J3XclRUNAQ8eG2/s1600/imagen+de+cacomixtle+-+leyenda+mexicana+corta.gif
Hace mucho tiempo, en el Lago de Texcoco vivía una Rana que era muy feliz, siempre estaba cantando sin importar si había sequía o llovía torrencialmente. 

Cierto día en que se encontraba de lo más bien cantando a voz en cuello, repentinamente se quedó callada pues vio que se acercaba a ella un Cacomixtle o Tlacomixtle, “medio felino”, un bello animal que se asemeja mucho al mapache y que tiene el tamaño de un gato. Aunque asustada, Rana sabía que el Cacomixtle no la lastimaría pues se encontraba apartada de la orilla cantando sobre una hoja de lirio. Cacomixtle se detuvo a verla y como Rana retornase a su canto, se la quedó escuchando por un buen rato moviendo se bella cola esponjada coloreada en anillos blancos y negros. 

Impresionado por el bel canto de Rana, Cacomixtle no quiso quedarse atrás y le dijo: -¡Cantas muy bonito, Ranita, de eso no hay duda; sin embargo, yo soy el campeón en las carreras, no hay quien me gane a correr! Al escuchar sus palabras, Rana se quedó desconcertada ante tanta presunción que no venía al caso y replicó con sorna y un poco picada: - No veo por qué me dices esas cosas, ni que es lo que pretendes al presumir de tal manera, Cacomixtle. Nuestro amigo quiso farolear y le replicó a Rana un tanto cuanto insolentemente: ¡Querida y hermosa Rana, te propongo que nos echemos unas carreritas de aquí hasta ese claro del bosque, y veamos quién es el ganador! ¡Sal del agua, pues!

Ante el reto, Rana salió del agua muy dispuesta a participar en la contienda. -¡Voy a contar hasta tres y echamos la carrera! Dijo Cacomixtle muy ufano y seguro de sí mismo: -¡A la una, a las dos y a las tres! Justo en ese momento Rana se montó de un salo en la cola de Cacomixtle, el cual no la sintió, no se percató de nada. El Mediofelino echó presto la carrera, y llegó al claro del bosque volteó a ver en donde estaba Rana. Por lo agitado que estaba por la carrera y no se dio cuenta de que su rival descendía rápidamente de su larga cola, y se colocaba en la meta, cual si hubiese llegado antes que él. -¡Yo gané, yo gané! Gritaba Rana. 

Cacomixtle se quedó desconcertado y humillado porque había perdido la apuesta, pero ante la supuesta realidad no le quedó otra que aceptar su derrota ante Rana y frente a los demás animales que habían presenciado tan desigual reto. La hermosa Rana estaba muy feliz porque le había dado una muy buena lección al farolero y presumido de Cacomixtle, aunque hubiese recurrido a un pequeño engaño…

Sonia Iglesias y Cabrera

© 2010 Carlos Lazaro. All rights reserved. cacomixtle

El avistamiento de un Cacomixtle al Poniente de la Ciudad de México

.
http://vivedeviaje.com.mx/wp-content/uploads/2010/07/cacomixtle-494x389.jpg
El Cacomixtle (o “Goyito”), es un animalito que vive en México, principalmente en el estado de Sonora, por eso es el comentario.
No me digáis que no es bonito, lo confundirán con una gineta, que se parece, o con un mapache (estos yanquis son muy suyos), pero nosotros nos quedamos con Goyito, que es un nombre más de andar por casa, no me digas que no es precioso.
Pondremos una descripción, una noticia de un Goyito que se vio rondando por la ciudad de México, y un cuento del Goyito.
La prensa mexicana es de lo mejor del mundo mundial.
Que “orgullo y satisfacción”, ni que leches, nos llenó de gusto
cacomixtle
El avistamiento de un Cacomixtle al Poniente de la Ciudad de México Las buenas noticias nos llenan de gusto. (pero como no adorar la prensa mexicana)
Sobre todo en un tiempo en que las buenas notas son negativas, negras o muy rojas. Les cuento que el pasado 11de Marzo, casualmente, ya de noche, su servidor subía por una zona sin urbanizar de la loma de Capula, en una cuesta correspondiente a los escurrideros del Río Becerra, en la región de las cañadas, al poniente de la Ciudad
de México, tuve la sorpresa de avistar una especie animal poco frecuente, al punto que nunca, a través de años de recorridos por muchas de aquellas barrancas había tenido oportunidad de ver. Fue un encuentro corto con un ejemplar de fauna sobreviviente.
El animal me miró y lo miré”, Al principio sospeché que era un gato, pero noté la cola larguísima y anillada que lo delataba como algo diferente, luego estudié desde cinco metros de distancia al animal que estaba detenido sobre el borde del acantilado de tepetate. Su cara no era en definitiva la de un gato, acaso similar al perfil de un mapache (de los que son una especie familiar). Su distribución es muy amplia, se le puede localizar desde Estados Unidos a Panamá ocupando bosques tropicales y también bosques mixtos de pino y encino.
Esta nota es de celebrarse, pues, tras la feroz urbanización de la zona poniente de la ciudad a partir de 1950 muchos parajes y barrancas han sido aisladas biológicamente y una gran cantidad de especies animales y vegetales han venido desapareciendo o se encuentran francamente amenazadas.
El Cacomixtle es una especie de costumbres nocturnas y solitarias, la noche es el territorio que utiliza para cazar pequeños animales, (incluso serpientes) pero sobre todo busca huevos de pájaros o gallinas. Ahí lo tuve frente a mí por unos segundos. Preparé la cámara pero a punto de disparar la toma, el animalillo se escurrió entre los arbustos. (La que presento es una foto de archivo público).
Esta nota de esperanza nos invita a tomar conciencia sobre la fauna que nos rodea aun, sobre todo en las regiones limítrofes de la ciudad, o en zonas actualmente aisladas como las barrancas, cuya protección debiera ser el tema central a seguir para poder preservar a esta y otras especies de estas barrancas a las que sumo otras especies como conejos, lechuzas, garzas, golondrinas, algunas clases de serpientes, luciérnagas, caras de niño, alacranes,  tarántulas ardillas y gusanos medidores en los árboles de tepozán, etc.
Las barrancas del poniente de la Ciudad de México aun resguardan una gran cantidad de sorpresas.

Lo que le pasó al cacomixtle cuando intentó cruzar la autopista La Pera-Cuautla


MACRO: La autopista La Pera-Cuautla fue construida en 1965 y desde hace unos años se proyecta su ampliación a cuatro carriles (21 kilómetros con 60 metros de ancho de tierras). Lo que fuera un camino rural se convierte ahora en un ramal del eje articulador Veracruz-Acapulco. Por un lado, tras haber concluido el llamado “Arco norte” —que atraviesa los estados de Puebla, Tlaxcala, Hidalgo y Edomex— durante el gobierno calderonista, se ha especulado sobre la continuación de este mega-periférico de la Ciudad de México hacia el sur, circundando al Popocatépetl de Atlixco a Cuautla y destruyendo el bosque de niebla entre Tres Marías y Toluca. Por otro lado, en junio del presente año, el gobernador de Morelos y la Secretaría de Comunicaciones y Transportes (SCT) firmaron un acuerdo para la construcción y operación de la autopista concesionada Siglo XXI, que unirá Jantetelco (cercano a Cuautla) y Xicatlacotla (frontera entre Morelos y Guerrero, a la altura de la Autopista del Sol). De este modo, la conexión Veracruz-Puebla-Cuautla-Acapulco quedará garantizada… para quienes puedan pagarla.
MESO: Los señores “desarrollistas” quieren imponer a toda costa sus proyectos, esgrimiendo sus razones en nombre de la llamada “conectividad”, tal vez sin importarles lo que sucede en estas tierras. Ciertamente es una maniobra de infraestructura pensada desde hace tiempo, pero no cuenta con el acuerdo de toda la gente de Tepoztlán. Si bien se agiliza el tránsito vehicular, también provoca la inevitable transformación de la región. A eso apuestan estos señores. Y tal vez no lo han notado, pero su obra “invade” no solo al lugar y a la naturaleza, también invade a una cultura, pues de consumarse ¿qué quedará después cuando la gente se acomode arrinconada a un lado de la pista?
campamentoTepoz2
Campamento “Caudillo del Sur” en la colonia Chisco, pueblo de Santiago Tepetlapa
MICRO: Hay todo un universo de conocimientos que tienen que ver con el lugar conocido como el Texcal: en medio de huajes, ocotillos, magueyes, ciruelas silvestres, cuajilotes, llorasangres, huizaches, etc, etc. Es una zona repleta de arboles medicinales y silvestres, en donde habitan también muchas ardillas y conejos, tejones, cacomixtles y hasta correcaminos, aves grandes que crecen al rayo del sol. Es la zona del Texcal, en el paraje conocido como Chisco, entre los limites del área comunal y ejidal de Tepoztlán. Aquí, desde el pasado 11 de marzo se ha instalado un campamento cuya misión es vigilar y proteger las tierras comunales para resistir a las obras de la ampliación de la autopista Cuautla-La Pera. “No permitiremos que se impongan proyectos sin consultar a los comuneros” es una voz que recorre este lugar y este momento.
Cabe aclarar que no se trata de una terca oposición al progreso, ni tampoco es fundamentalismo como se le ha criticado. No es que un grupo de ciudadanos cuestionen neciamente lo que ven llegar de realizarse esta obra: ellos apelan entre otras cosas a la calidad de vida del lugar que corre el riesgo de verse transformado; invitan a pensar críticamente en lo que es el espejismo del llamado “progreso”, y están ahí pendientes de lo que pueda suceder.

Cuento corto

A continuación presentamos la fabulilla del momento,
por Orestes Libertario

Lo que le pasó al cacomixtle cuando intentó cruzar la pista

Fue en aquella mañana, justo cuando comenzaba a clarear el sol, cuando el cacomixtle sintió un poco de hambre. En el campo las hierbas reverdecían alegremente por la lluvias que habían comenzado.
Pero en el ambiente había algo raro, se sentía, lo podía percibir; algo que tal vez no alcanzaban a definir ni él ni los demás animales que habitaban en ese lugar. Quiso averiguar qué cosa era eso que tanta extrañeza les causaba, pero aturdido por su primera necesidad tendría que satisfacer su hambre. Cuál sería su sorpresa al salir de su madriguera y mirar de frente desde aquel cerrito e internarse en  su cotidiano camino; pues ante lo que vio, sólo alcanzó a preguntarse:
—¿Qué será eso que de lejos parece una serpiente gigante, pero que al irme acercando es tan sólo un inmenso camino sin principio ni fin, en donde esas cosas extrañas pasan veloces?
Se decía a sí mismo nuestro pequeño amigo aquella mañana al bajar inquieto de su cerrito para intentar conseguir lo que tanto necesitaba y se hallaba en los gallineros vecinos. Por un momento trató de llegar cerca de eso que parecía ser la serpiente, para pedirle permiso de pasar hacia el otro lado. Pero cuando le habló no obtuvo respuesta:
—¿Qué será esta una serpiente que no entiende nada? ¿Una serpiente muy groserota? Como que le hablas… y nada. Como que ronrronea como un gato— Siguió preguntándose cada vez con mayor extrañeza. “¡Sepriente, serpientita!”… y nada.
Unos pericos muy parlanchines se acababan de escapar de un zoológico cercano y se había acomodado sobre las ramas de una higuerilla: desde ahí, presumidos gritaban a tontas y a locas. “¡Progreso, progreso! ¡pro-gre-so!”
—¿Progreso? ¿Será ese el nombre de la serpiente?— se preguntó el cacomixtle.
Pero sobre aquel animal raro tan sólo cruzaban esos rápidos y alebrestados destellos, mientras el hambre de nuestro amigo arreciaba. Los plumíferos parlanchines se habían apoderado del árbol para seguir duro y dale con su “progreso”, en aquel discurso de locos y pulgosos hablantines de pacotilla. Pero aquellas palabras al serpentón le tenían sin cuidado; si acaso sentía el escozor de aquellos objetos que relampagueantes lo recorrían y que la inteligencia del cacomixtle nunca alcanzó a comprender. Aquella extraña serpiente estaba ahí, quieta, detenida, y sin embargo por encima algo la recorría, era como un animal amenazante que intentaba apoderarse de aquella comarca, como que tras su paso la había ahuecado.
En la imaginación de nuestro pequeño amigo nunca figuraron los alcances de esta supuesta ampliación de la vida, ni la palabra “progreso” existía. En su mente sólo había hambre, de esa que nubla la vista. Anhelaba un huevecillo de aquellos que cada mañana tomaba de los gallineros vecinos. Aquellos innumerables destellos pasaban robustecidos por los destellos del sol y emitiendo de vez en vez sonidos chillones. Cuando al fin saltó sobre la serpiente, se dio cuenta de que no eran simplemente destellos. Sintió un golpe terrible, para después verse ahí tendido, despidiendo sus días en cada uno de los golpes que recibió, para al fin quedar convertido en tortilla.
Ahí las ganonas fueron las gallinas de los vecinos, mientras en su árbol los necios pericos seguían duro y dale: “¡Progreso, progreso! ¡pro-gre-so!”.


EL LEÓN, EL CACOMIZCLE Y LA ZORRA(nahuatl y español)

EL LEÓN, EL CACOMIZCLE Y LA ZORRA

PABLO GONZÁLEZ CASANOVA

(La primer página esta en náhuatl

y la segunda en español y así en lo sucesivo)

HUEYI MIZTLI, TLACOMIZTLI HUAN CAPIZCAYOTL
ITENCO ce altepetl itocayocan Tepeoztotlan. Inin oquimalacachotaya occequin tepeme. Inin Tepeoztotlan omocahuaya tlatzalan canin ochantía yolcame. Que Inime zan opanotinemía ompan, omonextiaya cocoyo, pezotin, tlacomiztin, tetequantin, cente capizcayotl, quamimiztin huan occequin yolcame. Inime oquinyecanaya hueyi miztli. Nochtin inin yolcame intequi tlachtecyotl. Inime oquintlatequimacaya in hueyi miztli. Cequin oquintequimacaya man oconcuini calnelatin, quename tetecuantin, huan cocoyo opitzozacaya, huan tepemaxtlame opiozacaya, pezotli xochicualzacaya. Inime yolcame oquitlazotlaya in hueyi miztli, neli iquion amo quincuaz; oquitlacualzaquiliaya huan iquion iMn yolcatl ayocmo otequitia, achtopa ye oquimilhui aquin amo quitlacaitaz, quicuaz.
Huan ceme inon tonaltin oquizque que nochipa huan orne tlatlacomiztin ye ipan otli, omoxeloque tlen occequin yolcame huan cepan oyaque. Inime yolcame nochipa huetzquiztoton huan huele mahuiltiani, oquitocaque imohui; opeque monomotza pan intlatlol. Opanoque canica xochicualcuayo. Inon occente ocachi tetencoli quilhuia non occente:
—Noca oncan ticate ma tixochicualcuacan.
—Techmictizque.
—Amo quichihuilia.
—Melac tle amo timoneltoca.
—Quemanian quimach quinequi ce itla conanaz, niman quimictiz nequi, huan tla ye quimictia ce quipaxialoltia ipan Atepetl, motlayehuia.
—Tle meláhuac?
—Neci niquitta tehuatl amo queman timiqui. Xitlamatal Aquin nozo huitz!
—Ayac huitz aquin ticnequi hualaz?
A LA ORILLA de un pueblo, llamado Tepeoztotlan, al que rodeaban unos cerros, quedaba una cañada en donde vivían varios animales, entre los que de paso, se encontraban coyotes, tejones, cacomizcles, lobos, una zorra, gatos monteses y otros animales, que tenían por jefe un león. Todos estos animales tenían por ocupación el robo. El león les daba sus órdenes. A unos les ordenaba que fueran a traer ovejas, como a los lobos, y los coyotes cargaban con cerdos, los cacomizcles con gallinas y el tejón con fruta. Estos animales querían al león. Para que no se los comiera le llevaban de comer y así aquel animal ya no trabajaba, pues ya les había dicho que a quien no le obedeciere se lo comería.
Y uno de esos días salieron como siempre y ya en el camino, dos cacomizcles se apartaron de los demás y se fueron juntos. Estos animales que siempre son muy risueños y muy juguetones, siguieron su camino y empezaron a conversar en su idioma. Pasaban por donde había árboles frutales, y entonces, el más tonto le dice al otro:
—Mientras estamos aquí, comeremos frutas.
—Nos van a matar.
—No le hace.
—¿De veras, qué no lo crees?
—¿Pero quién nos ha de matar?
—A veces, apenas quiere uno coger alguna cosa, luego lo quieren matar, y si lo matan a uno lo pasean en el pueblo pidiendo limosna.
—¿Pero qué es cierto?
—Por lo que veo, tú nunca te has muerto … ¡Quieto! ¡Quién sabe quién viene!
—No viene ninguno, ¿quién quieres que venga?
14   PABLO GONZÁLEZ CASANOVA
—Mélac, nehuatl onimocamic.
Zan que omocencaque tlacua, oyaque; omooanque huan non ocachi hueyi quilhuía in occente:
—Xitlatlamati, canin tiehue?
—Amo nicmati canin tinechuica.
—Axan tiahue Tepemiltitia.
Huan amo oquimatia tla icuitlapan tepancuati, oquincactaya cente chichiton. Otlamáta inin huan oconito:
—Ye oniccac canin yazque; axan niquinchiatin, niquinpipíaz nochan. Inime quinichtequitihue no piohuan, amo ica quizazque; niquinpipíaz in yohualli.
Ocalaquito ichan; otlacua; oncan oquintlalhuito ocachtin chichime, quimilhuía:
—Axan amechtlalhuico, ma nechnanamiquitihue; tiquinquitzquizque ome tlacomiztin, nicmati in yohualli tlachteauiquihue. —Zan ye, ornpa xitechchía tiazque.
Oya in chichiton ichan, omotecato cochi.
Yehuan opanoque zan ye mononotztihue.
—Ye oticcac, tiazque Tepemiltitla ompa oniquimitztiquiz cuac onixaxococuato, ompa oncate cuacualli piome, totomaque. Amo cana niquimitztica que inon piome. Axan ye otacico, aquin achtopa calaquiz tehuafi nozo nehuatt?
—Zazo quenin ticnequiz.
—Ye ticmati quenin ticquitzquiz pioton?
—Amo.
—Quemanian ye otiquitac quenin cochi?
—Amoqueman niquimita.
—Xiccaqui tlen nia timitzilhuiz; xiczalo, amo quemanian itla mopan mochihuaz. Icuac piome cochticate, in tzonteco caquia itzintlan imahuitz, huan cuac ye oticalac huan itic piocallitiez zan cualli huan yolic huan ica tetlazotlaliztli, xicmatoca ica icuitiapa ipan iacol, huan niman izaz huan quiquixtiz itzonteco, huan zan que quiquixtia, xicquitzqui itech iquechcuayo huan niman, xictzicuinalti. Noca nican timitzchía huan oncan nehua niaz nicanatin cente.
Oncacalacta occente huan yehuatl ocuatlecoc icpac tzapocuahuiti. Zan hueca quitztica noca occente ocalac itic piocalli. Nican chichiton no yoquinenec; open tlahuahualoa, niman ohualaque ocachtin chichime, oquiyahualoque ira piocalli, huan oquilhuiaya chichime:
CUENTOS INDÍGENAS  15
—De veras, yo me espanté.
Tan luego como acabaron de comer, se fueron, cogieron su camino, y el más grande le dijo al otro:
—¿Adivina a dónde vamos?
—No sé dónde me llevas.
—Ahora vamos a Tepemiltitla.
Y no sabían que atrás del tepancuate,1 los estaba oyendo un perro, éste quedó callado, y dijo:
—Ya oí a dónde tienen que ir, ahora los tengo que ir a esperar, los espiaré en mi casa, éstos tienen que ir a robar mis gallinas. No saldrán con su intento; los he de espiar esta noche.
Entró a su casa, comió, después fue a decirle a otros perros:
—Ahora los vengo a invitar para que vayan a ayudar a coger a dos cacomizcles que sé que esta noche vendrán a robar.
—Bueno, allá iremos, espéranos.
Se fue el perro a dormir a su casa, se fue a echar a dormir. Ellos pasaron su camino conversando como siempre.
—Ya lo oíste, hemos de ir a Tepemiltitla, allí pasé a ver, cuando fui a comer guayabas, que hay muy buenos pollos gordos, pues en ninguna parte he visto pollos como esos. Ahora, ya hemos llegado, ¿quién primero entra, tú o yo?
—¡Como tú quieras!
—¿Ya tú sabes cómo has de coger un pollito?
—No.
—¿Alguna vez ya has visto cómo duermen?
—Nunca los he visto.
—Oye lo que voy a decirte; aprende, no sea que alguna vez te vaya a pasar algo. Cuando los pollos duermen, tienen su cabeza metida debajo de sus alas, y una vez que hayas entrado y que estés adentro del gallinero, poco a poco, despacio, y cariñosamente, tócale por detrás en el hombro y luego despertará, y sacará su cabeza; y tan luego como la saque cógelo del pescuezo y echa a correr con él mientras aquí te espero. Y después yo iré a traer uno.
Entró el otro y él se subió arriba del árbol de zapote; nada más de lejos lo estaba mirando cuando el otro entró al gallinero; entonces el perro lo husmeó y empezó a ladrar; luego llegaron otros perros más y rodearon el gallinero; y le decían los perros:
1 Barda de piedra.
16   PABLO GONZÁLEZ CASANOVA
—Xiquiza, tlacomiztli ichtequi. Nican timitzmacazque tlen mohuazca ticnequi tiquitazque tiquixtiz in pioton! Xiquiza, huan nican timitzcocototzazque ica totlancochuan.
Tlacomiztli amo omoneltocaya tlen oquilhuiaya chichime. Oc oquincactaya piome cochcuacualaca huan ipan in cochiztli otlatemictaya cente pioton huan oquitohuaya in ocachtin piome huan ocachtin piome noiqui ocochtlatohuaya. Ceme non piome quimilhuía in ocachtin:
—Tlaxquitacan ne’ huitz cuixi techmalacachotinemi. Onahuat tlacomiztli:
—Tla amo cuixi amechmalacachotinemi, tla nehua ni tlacomiztli amechtlapaloco. Ye huecapa amo amechtlapallochuaya.
Huan ica tlazotlaliztli oquicuitlapantzotzon, niman oizaten pioton huan open tzatzi, mocamiqui, huan occequin piome noiqui opeque mopatlatza, mocamiqui, nochtin opeque motitiopancahua itic piocalli. Omotzatziliaya:
—Xiizacan tequihua intzalan opaxialohuaya omeletequetzaya huan otlacuicac:
—Quiquiriqui!
Huan pan itlacuical oquilhui in tlacomiztli:
—Quiquiriqui! yoticuicac cente no zohuan.
Quimilhuía izohua:
—Huan cuac occepa hualaz ica nehua quipia.
—Axan ohuala huan amitla ottichihuili.
—Huan tehua ximocamatzacua.
Oconteliczac, huan quimilhui:
—Axan xicochican huan amechilhui cacaracaca    cacaraca-
ca … Ni chichicacpol quen amonca occente. Nehuatl nichapotl, nican huan zozocanin.
Noca mononotza tequihua ihuan piome, nican chichime ica ipan xolali ye oquimictique in tlacomiztli.
Huan non occente icpac tzapocuahuitl oyeya, cuac oquitac ye oquicencahualtique chichime in tlacomiztli aman, niman otemotiquiz icpac tzapocuahuitl, oquinahuatico in hueyi miztli, quilhuía:
—Nehua yonihuala huan occente nohuan oya, oquimictique. Niman hueyi miztli oquilhui:
—Axan tleca oticcaten, no tehuatl ticpia tlen timiquiz.
CUENTOS INDIGENAS  17CENAS
—¡Sal, cacomizcle ladrón! ¡Aquí te daremos lo que te mereces! ¡Vamos a ver cómo sacas los pollos! … Sal, y aquí mismo te destrozaremos con nuestros dientes.
El cacomizcle no creía lo que le decían los perros. Todavía estaba oyendo a los pollos roncar dormidos y un pollo estaba soñando y les decía algo a los otros, y los demás también le contestaban en sueños y uno de ellos les decía a los otros:
—Miren, allí viene el gavilán, nos anda rodeando.
A lo que contestó el cacomizcle:
—Si no es el gavilán quien los anda rodeando, sino yo, el cacomizcle, que los viene a saludar. Ya hace mucho tiempo que no los saludaba.
Y muy cariñosamente, por la espalda, le tocó. Luego despertóse el pollo y empezó a gritar espantado, y los otros pollos también empezaron a aletear muy asustados y todos empezaron a dejarse caer de los palos en que estaban en el gallinero y se gritaban unos a los otros:
—¡Despierten! ¡Despierten! … ¡Quién sabe qué animal ya se llevó un pollito!
Y el gallo se paseaba orgulloso en medio, paraba el pecho y cantaba:
—Quiquiriquí!
Y en su canto le dijo al cacomizcle:
—¡Quiquiriquí! ¡Ya te llevaste a una de mis mujeres! Y dirigiéndose a su esposa, le dice:
—¡Cuando otra vez venga, conmigo tiene!
—Ahora vino y nada le hiciste.
—¡Tú cállate la boca!
Y la pateó y les dijo:
—Ahora ¡a dormir!, y les digo a ustedes cacaracacá cacaracacá … ¡Que soy fuerte como no hay otro! ¡Yo soy valiente, aquí y en donde quieran!
Mientras platicaba el gallo con las gallinas, he aquí que los perros en el corral ya habían matado al cacomizcle.
Y el otro que estaba arriba del árbol de zapote, cuando vic, quvióabaron de matar los perros a ese cacomizcle, después luego se bajó corriendo de arriba del árbol de zapote y le fue a avisar al león. Le -dijo:
—Yo ya vine, y el otro que conmigo fue ya lo mataron. Luego el león le dijo:
—Ahora, porque lo dejaste, también tú tienes que morir.
18   PABLO GONZÁLEZ CASANOVA
Quito tlacomiztli:
—Cualli hueyi miztli, xiquinmonochili nochtin onozo occequin yolcame man yehuan quitocan.
Oquinnotz occequin yolcame huan niman ohualaque, ornohuipanque huan ixtla omotoloque huan quimilhuía niman:
—Tlacomiztli quipia tlen miquiz.
Niman capizcayotl onahuat:
—Huan tleca miquiz?
—Oquimicti occente tlacomiztli.
—Man quitocan occequin yolcame.
Onahuatque:
—Quema cualli miquiz tlacomiztli; man quitlatlatolti in capizcayotl, huan tla yehua quipia tlatlacolli, quipia tlen miquiz. Hueyi miztli:
—Manquitlatoltican.
Onahuat capizcayotl, zanque oquitlatlatolti, quilhuia: —Tlamelac amo oticmaya ximotiopancahua icpac on tepetlatl. —Quema.
Nelli oquimalacachoto tepetatl tlecoz, noca oquitlapotaya in camac ica occecni, noca nican tlacomiztli ocholo ica capizcayotl. Huan hueyi miztli ohueyica cualan oque inon yoyolcame ica omahuiltique.
Axan ye oquinnahuati non ocachtin inyolcahuan:
—Canin quinamiquizque inon capizcayotl huan tlacomiztli, manquinpilocan ipan ce hueyi cuahuitl huan iquión motitizque quitlaca itazque in imacha.
Axan quintemotinemi quintlachialtizque.
CUENTOS INDÍGENAS  19
Dijo el cacomizcle:
—Bueno, león, convoque usted a todos, otros animales, y que ellos digan.
Llamó luego a los otros animales y luego maron y en su presencia se doblegaron y les —El cacomizcle tiene que morir.
Luego la zorra preguntó:
—Por qué debe morir?
—Por haber matado al otro cacomizcle. Y contestaron los demás animales, que digan los otros animales:
—Está bien que muera el cacomizcle; pero que le tome declaración la zorra, y si él tiene la culpa, tendrá que morir.
El león:
—Que le tome declaración.
La zorra, después que le tomó declaración, dijo:
—Si de veras no lo has matado, déjate caer de arriba de ese tepetate.
—Sí.
Así se fue a rodear el tepetate, para subir, y lo dejó abriendo la boca. Por otra parte, mientras el cacomizcle se huyó con la zorra, y el león se enojó muchísimo de que esos animalitos se hubieran burlado de él.
Ahora, ya les avisó a los demás animales:
—En donde encuentren a esa zorra y al cacomizcle, cuélguenlos en un árbol grande y así se enseñarán a obedecer a su jefe.
Ahora andan en su busca para escarmentarlos.

ESTE CUENTO ES DE JORGE IBARGÜENGOITIA, TAMBIEN SALEN CACOMIZCLES

Magú-ilustración-1
El niño Triclinio y la bella Dorotea
 El niño Triclinio vivía con su papá, su mamá, y cuatro hermanas. No tenía amigos en la escuela porque sus compañeros de clase se burlaban de él por llamarse Triclinio. Con sus hermanas no jugaba porque ellas eran mayores y tenían novio.
Triclinio se divertía solo. En las tardes subía al tejado de la casa y se acostaba boca arriba a ver zopilotes en el cielo azul. En las noches de luna trepaba en el mezquite que ha-bía en el corral y desde allí veía cómo una familia de cacomixtles cazaba gallinas en los corrales de junto.
A veces cogía una concha marina que un pariente había traído de Veracruz y que servía para atrancar una puerta, se la ponía contra la oreja y oía el ruido del mar. 
Como Triclinio era el más chico de la familia y el único hijo hombre, estaba encargado de acompañar a sus hermanas cuando salían con sus novios. Las cuatro hermanas, los cuatro novios y Triclinio siempre salían juntos.
Cuando iban al cine ocupaban una fila entera de butacas, cuando iban a la Alameda se sentaban en la banca más grande, cuando entraban en la nevería había que juntar tres mesas y cuando salían a dar la vuelta en la Plaza de Armas ocupaban todo el ancho de la banqueta.
magu-paseo
Los novios de las hermanas eran muy generosos con Triclinio. Le regalaban palomitas en el cine, caramelos en la Alameda, helados de tres sabores en la nevería y dulces de cajeta y chocolate en la Plaza de Armas.
Los papás estaban muy contentos con sus hijas, las hijas con sus novios, los novios con ellas y Triclinio con lo que le regalaban los novios de sus hermanas. Es decir, todos eran felices.
En abril, poco antes de que empezaran las fiestas del pueblo, llegó un telegrama. El papá, la mamá, las hijas, los novios y Triclinio, se juntaron en el comedor para saber lo que decía. El papá rompió el sobre, sacó el telegrama y leyó: Llego el jueves en el camión de la siete y media. Firmado: La bella Dorotea.
Todos quedaron encantados con la noticia. –¡Viene nuestra sobrina de México! –dijeron los padres–, ¡nuestra prima! –dijeron las hijas–, ¡La bella Dorotea! –dijeron los novios.
Triclinio cogió la concha que estaba atrancando la puerta y poniéndosela contra la oreja oyó el ruido del mar.
Los padres, las hijas, los novios y Triclinio fueron a la terminal a recibir a la bella Dorotea. Cuando llegó el camión y se bajó de él la bella Dorotea, los focos de la luz eléctrica se volvieron más brillantes, la sinfonola tocó la marcha nupcial y a todos los presentes se les abrió la boca y se les escurrió la baba. La bella Dorotea venía vestida color sal-món, era blanca como la leche, tenía ojos de azabache, y dientes de perlas. Pero lo mejor era el cabello: rubio platino y arreglado en forma de panal de abejas.
–¡Es como una reina! –exclamaron a coro los novios de las hermanas de Triclinio.
Magu la_bella_dorotea
Se fueron a la casa y después de la cena los cuatro novios enseñaron a la bella Dorotea cómo poniéndose contra la oreja la concha que estaba atrancando la puerta se oía el ruido del mar.
Cuando la familia iba al cine se sentaban en dos filas, en una los cuatro novios con la bella, en otra las cuatro hermanas con Triclinio. En la Alameda se dividían en dos bancas, en la nevería en dos mesas, en la Plaza de Armas en dos grupos. A veces, las hermanas de Triclinio sollozaban y a él nadie volvió a regalarle nada.
La bella Dorotea, con su cabello rubio platino no sólo conquistó a los novios de las hermanas de Triclinio, sino a todos los hombres del pueblo. Por las calles, la seguían, cada no-che le llevaban dos o tres gallos y en las es-quinas se peleaban a navajazos por ella. Tanto éxito tuvo la bella que lanzó su candidatura para reina de las fiestas y todos decían que iba a ganar de seguro.
La noche de luna llena, Triclinio subió al mezquite para ver a los cacomixtles. Estaba esperando que empezara la cacería cuando se encendió la luz de una ventana que quedaba a la altura de la rama en que él estaba trepado. A través de la ventana vio a la bella Dorotea que acababa de llegar de un baile.
Triclinio vio cómo la bella Dorotea soltó el peinado en forma de panal de abejas, y cómo una vez suelto, el pelo color platino cayó como una cascada que llegaba hasta las corvas de la bella. Un momento después vio cómo la bella se quitó la cabellera y después de cepillarla la colgó de un perchero. No era suya, era postiza. ¡La bella Dorotea era completamente calva!
Triclinio bajó del árbol y entró en la casa en busca de alguien a quien contarle lo que acababa de ver. No había nadie despierto. Su papá, su mamá y sus hermanas roncaban. Triclinio no podía más con el secreto. Necesitaba compartirlo.
magu-doroteacalva
Tomó la concha que estaba atrancando la puerta y poniéndosela cerca de los labios, dijo:
–La bella Dorotea es calva como mis nalgas.
Después, dejó la concha en su lugar y se fue a acostar. No pudo dormir, porque empezó el vendaval. Nadie pudo dormir ya más esa noche en aquel pueblo. Los dormidos despertaron y los despiertos no lograron pegar el ojo.
Dicen que el viento que azotó la población aquella noche hacía ruido como el mar. Pero las olas cantaban y decían:
–La bella Dorotea es calva como mis nalgas… la bella Dorotea es calva como… etcétera.
La bella Dorotea tomó un camión al amanecer, nadie volvió a saber de ella y en adelante todos vivieron felices.

imágenes de Magú. Tomadas de FCE

No hay comentarios:

Publicar un comentario